¿Sabes dónde tienes tu FOCO?
¿Dónde estás poniendo tu energía?
¿Está realmente donde debe estar?
¿Estás perdiéndote alguna cosa por no poner FOCO en el lugar o en la dirección adecuada?
Estamos tan acostumbrados a vivir en piloto automático, a dejarnos llevar e invadir por la rutina, por el día a día, por los to do’s, que nuestro FOCO se pierde, se diluye, se desvanece sin darnos cuenta.
Esto hace que cuando algo nos mueve de verdad y nos enciende, y queremos poner foco, nos cueste hacerlo, porque claro, hemos estado demasiado tiempo sin prestar atención, sin estar presentes, sin poner consciencia en las cosas que hacemos.
Calma. No se acaba el mundo por un FOCO perdido. Esto sólo nos recuerda nuestra condición de humanos y que mantenerlo en la dirección correcta requiere de constancia y consciencia. La clave es darse cuenta y resituar ese FOCO.
Para conseguirlo, primero tenemos que visualizar y vibrar, sentir qué es lo que nos emociona, lo que nos activa, lo que nos motiva, lo que nos hace sentir viv@s. ¿Cómo podemos mantener esa sensación en nuestro interior? Poniendo FOCO. Esta vez sí, donde toca.
Será entonces cuando las piezas del puzle empiecen a encajar, y dará igual lo largo que sea el camino que nos lleve a nuestros objetivos, porque poniendo FOCO, sabremos disfrutar de ese camino. Sin darnos cuenta, empezaremos a tomar decisiones acertadas que nos lleven hacia donde queremos.
Aunque estar enfocados/enfocarse es un proceso personal, sin duda lo que nos rodea nos ayuda, o no, a conseguirlo. La gente con la que nos relacionamos y el espacio en el que vivimos, también influye en nuestra capacidad para enfocarnos.
¿Compartimos tiempo con personas inspiradoras a las que admiramos? ¿Cómo es nuestra casa o nuestro espacio de trabajo? ¿Favorece nuestra concentración? ¿Nos hace sentir bien?
Poner FOCO requiere como vemos, una revisión interna y externa, pero cuando por fin nuestra energía está en la dirección adecuada, es cuando nos damos cuenta de que se trata casi casi de un súper poder.