«Los detalles hacen la perfección y la perfección no es un detalle.» Leonardo DaVinci
El detalle es nuestro “norte”, nuestra prioridad, una dirección que nos permitirá no perdernos ni pasar al lado de algo importante. Él apoya la voluntad de querer hacer las cosas bien. Nos conduce al placer, al respeto y a la comprensión. En nuestro día a día es: un bonito ramo del mercado que traes a casa, un mensaje en un post-it en la puerta de la entrada, deslizarse entre sábanas recién lavadas o dejar un poco de luz para ahuyentar los miedos nocturnos de los más pequeños.
En la profesión que ejerzo está más que presente. Del detalle racional al poético, jugando con los espacios, la luz, el color, el mobiliario, el equipamiento y los objetos para crear lugares que no sólo sean operativos y cómodos, sino que reflejen el alma del espacio.
Resolver los detalles requiere paciencia, dedicación y habilidad. No importa lo fuerte que sea el diseño del proyecto, es obvio que su éxito dependerá de la calidad de sus detalles. Si se ejecuta correctamente, el lugar lucirá con una elegancia sin esfuerzo. Sin embargo, el proceso de lograr tal sentimiento no es sencillo.
Hay muchos aspectos que diseñar a lo largo de la vida de un proyecto de renovación, pero uno de los más importantes es comprender los detalles. La mejor manera de describirlos es mirar alrededor de su oficina u hogar, ¿cómo se ensamblan los marcos de las ventanas contra la repisa? ¿o los detalles del parqué? ¿Cómo están montadas las escaleras? ¿Las juntas de la cerámica en la encimera de tu cocina cómo son? Los detalles arquitectónicos tienen que destacar y mezclarse perfectamente con el resto de la obra.
Fácil no es sinónimo de bueno, entonces es por estos pequeñísimos detalles que se recuerda el orden de las cosas.
La energía del detalle no debería ser puntual, sino continua.
